Creo sinceramente que
el sistema de votación español es uno de los mejores del mundo; al menos es el mejor de los que yo conozco. Pero eso no quita para que los políticos (esos hombres a los que hay que elegir a los mejores, para luego vigilarlos como si fueran los peores criminales; en España muchas veces se hace al revés, por eso pasa lo que pasa) hayan descubierto un agujero en el sistema. El fallo está en el procedimiento del voto por correo, y consiste en que hay que acreditar la identidad al pedir solicitar ese voto por correo, pero no al ejercerlo. Es decir, hay que mostrar el DNI (o carnet de conducir, o pasaporte) en la oficina de correos al pedir que a uno se le mande toda la documentación, pero cuando uno manda ese voto desde una oficina de correos ya no tiene que mostrar el DNI. Eso lo han aprovechado algunos políticos corruptos para ofrecer por toda esa documentación entre 50 y 200 euros, para así, una vez que el votante ha pedido y recibido todas las papeletas, que le venda el paquete a él y poder ser él quien ejerza el voto.
El sistema tiene fácil solución, exigir que al emitir el voto en la oficina de correos el votante tenga que identificarse. Es lo que la Junta Electoral puso como condición en el caso de la compra masiva de votos de Melilla. Y es la reforma que previsiblemente iba a hacer el Parlamento el nacional.
Pero, ay, como nunca falta un pelo en la sopa, a las doce horas de conocerse los resultados de las autonómicas y municipales aparece Pedro Sánchez a decir que, precisamente ahora, la canción se había acabado y serán los votantes los que el 23 de julio decidan que canción hay que cantar a partir de ese momento. Y con esa decisión de convocar elecciones anticipadas se disuelven las Cortes y se paraliza por completo la actividad legislativa hasta que la retomen los nuevos elegidos. Y, claro, la reforma del voto por correo queda, como todas las demás leyes, sin llevarse a la práctica.
Vamos, que para las nuevas elecciones, ahora generales, tendremos la misma posibilidad de compra de votos por correo que hasta ahora. Con un 'pequeño' detalle a tener muy en cuenta. A Pedro Sánchez no se le ha ocurrido mejor idea que convocar las elecciones en pleno periodo vacacional y, además, en un fin de semana donde en muchos lugares el lunes es festivo. Llegados a este punto no pudo esperar siete semanas, hasta el 10 de septiembre, para hacer las cosas en condiciones. Como la decisión de elegir la fecha dependía únicamente de él, pues ala, a hacerlo cuando se espera que el 30% de la gente esté por lo menos a 500 kilómetros de su casa.
Lo anterior va a producir lógicamente un enorme aumento del voto por correo. Y con ello la posibilidad de que, entre todo ese grano legítimo de votantes que quieren votar por correo por estar de vacaciones, se cuele la cizaña de algunos (o puede que más que algunos) políticos corruptos que intenten comprar votos por correo. El tema no es baladí, porque el sistema electoral español es provincial, es decir, los diputados se eligen por provincias, e, independientemente de que la provincia se decante por mucho o por poco por una opción política, en muchas de ellas el último diputado a elegir lo es por un puñado de votos. Estamos hablando de 52 circunscripciones electorales (las 50 provincias más Ceuta y Melilla). Si, redondeando, en 30 de ellas hay disputa por el último diputado en asignarse, el voto por correo comprado puede marcar la diferencia a nivel nacional, porque 30 diputados (o 20, o incluso 10) pueden inclinar la balanza en el sentido de, hablando claro, que sea Sánchez o sea Feijóo quien al final se convierta en el Presidente de Gobierno de la nueva Legislatura.
Así están objetivamente las cosas. ¿Soy mal pensando? En general, en mi vida personal, no; pero en política sí, totalmente, porque en los más de 40 años que sigo la política he visto como los políticos una y otra vez intentan saltarse los controles en beneficio propio. Es inherente a la condición humana. Por eso existen los controles, para que nadie puede abusar. Pero en este caso, aunque tenemos muy bien cerrada la puerta de la casa, se nos ha quedado abierta la ventana. Y por ella va a intentar colarse el ladrón de votos, que nadie lo dude. Lo único bueno es que ya se sabe que la ventana está abierta.
Le oí decir a Cuca Gamarra que en el PP van a estar vigilantes. Esa no es la solución, sino un mero parche. Que, además, va a tensar mucho más la ya de por sí muy tensa confrontación política en estos tiempos. Lo que hay que hacer es llegar a un acuerdo para que todos los partidos con representación parlamentaria le pidan a la Junta Electoral que exija que, cuando se envíe el voto por correo por el votante, en la oficina de correos se exija que esa persona se identifique. Es la única forma para evitar un intento de pucherazo en las elecciones generales del 23 de agosto. O, quién sabe, que no se quede únicamente en intento de pucherazo, sino que se consiga llevar a la práctica.
Ojo, que estas cosas de los agujeros en los sistemas de votación son muy peligrosas, no solamente políticamente, sino también socialmente. Mejor no jugar con fuego en una sociedad, la española, ya muy dividida social y políticamente. Estas cuestiones se sabe como empiezan, pero no como terminan. Porque ya hemos visto lo que ha sucedido en países en los que ha habido sospechas de fraude, con disturbios que en muchos casos se han saldado con pérdidas de vidas humanas. Espero que se obre en consecuencia, para evitar males mayores.
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