Los líderes de Vox, con Santiago Abascal a la cabeza, se cansaron de decir en la campaña electoral que el apoyo
de Vox al PP en las autonomías no sería gratis, que allá donde sus votos fueran necesarios no les apoyarían a menos que entraran a formar un Gobierno de coalición. Y avanzaron una especie de fórmula matemática, por la cual exigirían las consejerías que les correspondieran en función de los escaños que hubieran obtenido. Por ejemplo, si el PP había sacado 30 escaños y ellos 10, exigirían una consejería por cada tres del PP. Y a mí me pareció justo. Es más, les creí. Porque, además, hablaban de que eso era respetar a sus votantes.
Pues nada, que no han pasado muchos días y ha habido, como diría Pedro Sánchez, cambios de opinión. El primer cambio de opinión ha sucedido en Baleares, donde nos enteramos de que Vox facilita la investidura de Prohens (PP) y se queda fuera del Gobierno. Y dicen que, aunque aún no hay acuerdo cerrado, la cosa seguirá en Aragón.
¿Esto es cumplir la palabra dada? ¿Esto es respetar a sus votantes? Esto tiene solo un nombre. Mentir. A la hora de la verdad, no sé por qué razón, se han achicado y han aceptado en Baleares apoyar al PP a cambio de unas migajas. Por cierto, eso después de regalar al PSOE la Presidencia del Parlamento de Extremadura y a la izquierda la mayoría en la Mesa del mismo. Algo que ya está teniendo sus efectos de cara a proponer la investidura de Vara, que no tiene ninguna opción, en plena campaña electoral. Para eso están sirviendo los votos a Vox. Por ahora.
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