Vox le regaló la Presidencia del
Parlamento de Extremadura al PSOE. No solo eso, sino que la
Mesa, que consta de seis miembros, quedó formada por tres socialistas, dos peperos y un comunista. Ello porque la extrema izquierda unió sus cuatro diputados a los 28 del PSOE, mientras que Vox no hizo lo propio con sus cinco a los también 28 del PP. Y lo anterior es gravísimo, porque, a diferencia del Ejecutivo, que puede ser cambiado a través de una moción de censura, la dirección del Legislativo es inamovible. Así que esta presidenta socialista y esta dirección izquierdista serán los que marquen las directrices del parlamento extremeño durante los próximos cuatro años.
Entiendo que Vox quiera entrar en el gobierno extremeño con dos consejeros, que son los que matemáticamente le corresponden. Y que si la líder pepera se niega, Vox fuerce nuevas elecciones. Pero es totalmente incomprensible que Vox exigiera la Presidencia de la Cámara, algo que no le corresponde con los resultados obtenidos. Y que al negarse los peperos a ceder, decidieran entregar esa Presidencia al PSOE y la Mesa a la izquierda. Hay que saber separar las negociaciones.
Por eso no consigo entender este regalo a la izquierda en el Legislativo. ¿Qué perdía Vox uniendo sus votos a los del PP? Si se repiten elecciones, lo mismo da una Presidencia socialista o pepera y una mayoría de izquierdas o derechas por dos o tres meses. Pero si al final hay acuerdo de gobierno entre PP y Vox (cosa que creo que sucederá), la Presidencia y la mayoría izquierdista de la Mesa le van a poner todas las trabas posibles a la tramitación de las leyes impulsadas por el Gobierno. Serán ellos los que irán marcando los tiempos; a su conveniencia, claro.
El error cometido por Vox en ese sentido es sumamente grave. Y muestra que dicho partido, llegado el momento de decisiones cruciales, prefiere tomarlas con las vísceras que con altura de miras.
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