El ataque terrorista ayer de Hamás contra Israel es el
peor desde la Guerra del
Yom Kippur, de la que precisamente se cumplieron también ayer exactamente cincuenta años. A nivel humano lo que hemos visto
se puede calificar de espantoso: asesinatos indiscriminados de civiles israelíes (hombres, ancianos, mujeres, niños), secuestro de esas mismas categorías de civiles, profanación de cadáveres y probablemente torturas y violaciones; todo ello, salvo lo último, incompresiblemente gravado y difundido por los propios perpetradores. Un auténtico horror.
Pero a nivel militar la operación ha supuesto una auténtica humillación para Israel. Por aire porque la famosa Cúpula de Hierro, encargada de abatir los cohetes de Hamás, ha fracasado. Y por tierra porque los comandos terroristas han entrado en Israel como Pedro por su casa, perdiendo los israelíes el control de su propio territorio durante muchísimas horas. Esto último va a crear a medio plazo una crisis política interna enorme (otra más), con exigencia de responsabilidades, porque una de las cosas por la que destaca Israel es por la total seguridad de sus fronteras. Bueno, destacaba.
El saldo de lo anterior queda en al menos trescientos israelíes muertos y cincuenta secuestrados. Unos números que de nuevo no se daban desde hace cincuenta años.
Con todo lo anterior sobre la mesa Israel no se puede permitir el lujo de hacer una mera incursión militar quirúrgica en Gaza. Lo que Hamás ha hecho ha sido declarar la guerra Israel. Una guerra total. Supongo que las fuerzas israelíes empezarán por machacar sin misericordia las posiciones terroristas por aire. Pero la cosa no se va a quedar ahí. Una vez terminada esa fase van a entrar por tierra para destruir lo que no se puede destruir por aire. Van a tomar palmo a palmo toda Gaza, para eliminar todo vestigio de Hamás.
¿Y después? No lo sé. Pero es posible que los israelíes prolonguen la ocupación militar en el tiempo, como medida de seguridad; incluso de forma indefinida. Porque es necesario recordar que Israel se retiró unilateralmente de Gaza en 2005, tras cuya retirada reinó una débil democracia hasta 2007, año en el que, tras una guerra civil entre Hamás y Fatah, los primeros vencieron, asesinaron a los otros y se hicieron con el control total, político y militar, de la Franja, hasta el día de hoy. La consecuencia de la anterior, imprevisible, fue el brutal ataque de ayer. Y claro, Israel no va a querer que algo así se vuelva a repetir. Porque hay que añadir que, independientemente del asalto que tratamos, desde que Hamás se hizo con el poder en Gaza no ha sido más que una fuente de ataques terroristas para Israel desde 2008.
Tras esos quince años de ataques continuados, culminados en la espantosa ofensiva de ayer, supongo que es el momento para que Israel ponga fin a su paciencia y diga 'basta'. Y eso significará que en Gaza nada, absolutamente nada, volverá a ser igual que antes.
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