Una de las canalladas que Pedro Sánchez cometió en su visita a Israel fue la de equiparar el terrorismo de ETA con el de Hamás. Evidentemente las dos organizaciones son terroristas, pero incluso entre terrorismos hay grados. Nunca ETA cometió tal grado de barbarie como la que llevó a cabo Hamás el pasado 7 de octubre.
Pero es que, además, Hamás amenaza la existencia misma de Israel y la vida de todos sus habitantes. Nos ha quedado totalmente claro que esa maldita frase, 'desde el río hasta el mar', lo que significa es, como dije, asesinar a todos los judíos que habitan actualmente esa porción de tierra entre el Jordán y el Mediterráneo, sin distinción de edad o sexo. Ni tan siquiera Marruecos, que demanda como suyas Ceuta y Melilla, tiene como meta hacer eso con los españoles.
Ni ETA, ni los secesionistas catalanes, ni Marruecos tienen como meta la desaparición de España como Estado y el asesinato de todos los españoles. Pero eso es lo que pretende Hamás con Israel y con los judíos que lo habitan.
¿Quién es Pedro Sánchez, en esas circunstancias, para ir a Israel, en medio de la peor crisis desde la Guerra del Yom Kippur (hace 50 años) y tras el peor día desde el Holocausto (hace 78 años), a dar lecciones con decidida cara de vinagre a Benjamín Netanyahu? La pregunta se responde por sí sola.
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