Yo, que estoy viviendo un confinamiento parcial en Texas, me quedo sorprendido de las brutales condiciones del no ya confinamiento, sino auténtico arresto domiciliario injustificado que se está viviendo en España.
Y digo que está injustificado porque hay medidas que no tienen ningún sentido. No es explicable que los ancianos no puedan salir solos o acompañados por un familiar a pasear o sentarse individualmente en un banco en el parque. Tampoco lo es que los niños no puedan salir a pasear o jugar al parque acompañados por sus padres. Y lo mismo para caminar o hacer deporte, cuando menos, individualmente.
Hemos visto, por cierto, como ellos, los políticos en general, los gubernamentales en particular y Sánchez e Iglesias en especial, no tienen que respetar esas normas. Porque se han saltado no ya el confinamiento, sino las cuarentenas. Porque tienen járdines a los que sacar a sus hijos (Iglesias) y en los que practicar deporte (Sánchez). Y mientras tanto hay familias de 4 o 5 miembros (o más) bajo ese arresto domiciliario en pisos de 50 metros cuadrados.
Los tres ejemplos anotados son necesarios para mantener la salud física y mental y en ningún momento tienen la posibilidad de facilitar el contagio. Contagio que sin duda se produce cada día cuando la gente viaja a sus trabajos en trasporte público y en esos mismos lugares de trabajo. Por no hablar de tiendas y demás. Lo normal, vamos, porque es imposible controlar los contatios completamente.
Pero esas actividades, repito, de salidas a ancianos, niños y personas en general para caminar o hacer deporte, son estrictamente necesarias para el mantenimiento de una salud física y mental. Salud que el Gobierno dice defender con ese confinamiento, pero que a la vez ataca con sus prohibiciones absurdas, las cuales rozan la crueldad, si es que no caen de lleno en la misma.
Porque, por cierto, todas esas personas no son héroes. Son víctimas.
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