Creo que no soy sospechoso de defensor del franquismo. Pero sí soy defensor del sentido común. Indudablemente la dictadura franquista desarrolló una brutal persecución contra la disidencia, tanto política como religiosa, cuando terminó la Guerra Civil. Ciertamente con el paso del tiempo esa persecución se fue suavizando, igual de cierto que nunca terminó.
Pero, en los últimos tiempos del franquismo, exceptuando esas minorías política y religiosa, a las que podríamos añadir la minoría sexual, disidentes con los postulados del régimen, el común de la masa, ese grupo de gente que no se mete en política, cada día está más claro que vivía mejor que lo hace actualmente.
Lo anterior no lo digo para ensalzar el franquismo, una dictadura, repito, política y religiosa. Lo digo en detrimento del actal sistema político español, que en teoría debería garantizar una mayor libertad para toda la gente, y que, salvo para ciertas minorías, no lo hace.
En los últimos tiempos del franquismo había una infinita mayor seguridad en las calles, una muchísimo menor inmigración, una bajísima presión fiscal, una política energética con sentido común, una cohesión nacional real, una unidad social bastante fuerte. Todo lo anterior debió mantenerse con la necesaria llegada de la democracia. Y pudo mantenerse. Pero no se hizo. Una borreguil sociedad anestesiada y una clase política sin escrúpulos ha llevado a España al punto en el que está hoy.
Sin duda contra Franco la masa vivía mejor que ahora. Puede que incluso mucho mejor. Pero esa masa no supo mantener lo que tenía y añadir a ello democracia y libertad. Ahora nada puede hacerse. Bueno, se podría. Pero no se hará.
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