Buenísimo artículo de Mabel Lozano en El País, que leo a través de Almendrón, titulado, refiriéndose a Afganistán, El peor país del mundo para nacer mujer.
Lo hubiera calificado como extraordinario y enlazado directamente de no ser por una frase y por un atronador silencio.
La frase es esta:
Lobos y leones que golpean con piedras a las mujeres, en la expresión más salvaje y arcaica de las relaciones asimétricas de poder entre hombres y mujeres, en la que los primeros son la clase dominante, propietaria de los cuerpos y las voluntades de las segundas, la clase subordinada.
Y sí, claro que tiene razón. Los hombres afganos se comportan así, como lobos y leones, golpeando a las mujeres, dominándolas, sometiendo a las mujeres como su propiedad, utilizándolas a su antojo. De una forma claramente machista hasta el extremo. Pero no lo hacen por ser hombres. O, mejor dicho, no lo hacen principalmente por ser hombres. Porque hombres hay en todas parte del mundo y en la mayoría de los países no se comportan así.
Lo hacen, y esto la escritora no lo menciona en ninguna parte, por ser unos fanáticos musulmanes hasta el extremo. La única mención que la señora Lozano hace del tema es esta, al principio del artículo:
Actualmente, la única ley vigente en el país es la sharía, una norma religiosa del siglo VII interpretada literal y radicalmente por el talibán, en cuyo texto se regulan, entre los posibles castigos, la pena capital, las amputaciones de manos y pies, las flagelaciones públicas y el daño físico, en general.
Pero ella olvida conscientemente algo de crucial importancia. La sharía no es, como ella dice, una simple norma religiosa, sino que es una norma musulmana basada en el Corán. Lo que el gobierno talibán hace es coger la sharía y llevarla hasta el extremo. Pero eso, sin llegar a ese extremo al que se llega en Afganistán, ya lo hacen muchos otros países musulmanes, incluidas las ricas monarquías del Golfo Pérsico. Y ese machismo y fanatismo religioso (que no ataca solamente a las mujeres, sino también a los homosexuales y los apóstatas, por ejemplo) ya lo implementan, aunque en menor grado, todos los países musulmanes.
La señora Mabel Lozano (directora, por cierto, de cine social, como se nos dice en la firma del texto) adolece de uno de los graves defectos de toda la izquierda española en general y de la extrema izquierda en particular. No quiere ver las causas de los padecimientos de las mujeres en los países musulmanes. Y esa causa es la religión musulmana. Porque los musulmanes son machistas, muy machistas, extremadamente machistas o fanáticamente machistas porque es lo que les dicta la base de su religión, en Corán.
Y olvidar intencionalmente lo anterior no es éticamente permisible. Y no lo es porque se está apoyando implícitamente la alianza entre la
extrema izquierda y los musulmanes (una alianza que podemos ver cuando, por ejemplo, el ultraizquierdista alcalde de Cádiz acudió a una fiesta musulmana exclusivamente para hombres, donde las únicas mujeres asistentes eran unas niñas que servían a esos hombres).
Unos musulmanes que por el hecho de serlo, en mayor o en menor medida oprimen a las mujeres. Por eso la escritora y directora de cine social Mabel Lozano es cómplice de los mismos hechos que denuncia, porque deliberadamente decide no ir a la raíz del problema de la opresión de la mujer en el mundo musulmán en particular y en Afganistán en particular.
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