Pedro Sánchez quiere debatir con Feijóo en televisión. Mucho. Muchísimo. Tanto como seis veces, una por semana, empezando el próximo lunes (y un debate más que incluya a Yolanda Díaz y Santiago Abascal). Algo que no tiene precedente en la democracia española. Sobre todo porque, en la estúpida legislación española en este tema, lo normal es que los debates se realicen en campaña electoral, ya que fuera de ella no se puede pedir el voto.
Yo creo que Feijóo podría aceptar no ya seis debates, sino sesenta, y ganarlos todos si va bien preparado, porque las mentiras, las contradicciones y las barbaridades de Pedro Sánchez durante estos cuatro años de gobierno han sido tantas que el gallego podría vencerle cómodamente en cada uno de ellos. Pero es comprensible que los peperos no quieran entrar en el terreno de juego de Sánchez, que al fin y al cabo se ha convertido en únicamente un trilero.
Porque en este punto hay que recordar que en 2019, cuando hubo dos citas electorales generales, Pedro Sánchez rechazó debatir en las dos convocatorias con el líder del PP de aquel momento, Pablo Casado.
Y es curioso que preguntado por esta cuestión en una comparecencia en La Moncloa, Sánchez no ha respondido a la cuestión.
Y, siguiendo con las curiosidades, la ministra Pilar Alegría ha calificado estos cara a cara como "un ejercicio de responsabilidad" para que la ciudadanía tenga la mayor información posible pasando por las propuestas, los modelos y las distintas políticas que ambas formaciones aplicarían desde la Moncloa tras el 23-J y que "llegado a este punto", solo habría una respuesta: [Feijóo] "¿Acepta o se esconde?". Y no solamente ella, porque la también ministra María Jesús Montero ha asegurado que "debatir es una oportunidad democrática".
¿Y todo eso no era aplicable hace cuatro años? ¿No era "un ejercicio de responsabilidad" para que la ciudadanía tuviera la mayor información posible pasando por las propuestas, los modelos y las distintas que aplicarían Pedro Sánchez y Pablo Casado si llegaban a La Moncloa? Y "llegado a este punto", solo habría una respuesta: ¿se escondió entonces Pedro Sánchez en 2019 cuando no aceptó los cara a cara con Pablo Casado? ¿Hace cuatro años Pedro Sánchez, por lo tanto, se negó a poner en práctica "una oportunidad democrática"?
La miseria política de Pedro Sánchez y sus palmeros (palmeras en este caso) no tiene límites. Son capaces de decir, descaradamente, una cosa y la contraria, dependiendo de si les perjudica o les beneficia. Y cuando se le pregunta por la cuestión a Sánchez, por si quedaba alguna duda de esa miseria política, da la callada por respuesta.
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