Pablo Casado cometió el enorme error de convertir en el número dos del partido a un indeseable políticamente como Teodoro García Egea. Aquello acabó con el PP
de Casado totalmente hundido (ha tenido que venir un socialdemócrata nacionalista gallego a medio reflotarlo, que ya es decir) y el propio Casado defenestrado políticamente.
Ese es el mismo camino que está siguiendo Santiago Abascal y Vox al confiar en un igualmente indeseable políticamente como Jorge Buxadé. Estamos hablando de un fanático político de la peor especie, que ha llegado a afirmar que "me arrepiento de haber estado en el PP, no en Falange" y que "el posicionamiento no es personal, sino político, y por ello comunitario o colectivo, y debe ser adoptado en el partido y por el partido; así, que lo razonable, inteligente, prudente, sensato, es esperar a que el partido se posicione, esto es, afronte políticamente un hecho con efectos políticos". Vamos, un dictadorzuelo falangista antiliberal colectivista en toda línea.
Pues este tipo es el llamado hombre fuerte de Vox. Es evidente que cuanto más fuerte sea él más débil será el partido. Y es que ya van por ese camino, porque no haber podido siquiera mantener los mismos números de las pasadas elecciones generales con un sanchismo echado al monte y un PP entregado a un, repito, socialdemócrata nacionalista gallego como Feijóo es para que alguien en Vox dimita (y no precisamente Espinosa de los Monteros) y los que queden cambien de estrategia. Lo que es llamativo es que Santiago Abascal no vea eso, que es totalmente evidente. Aunque llegará el día en el que, como Casado, se dé cuenta. Cuando estén cayendo por el precipicio, él y Vox. Eso sí, ellos nunca tendrán la culpa de nada, porque todo será siempre por culpa de la prensa (pero esta estupidez no les salvará del desastre, como nunca lo hace echar a otro la culpa por los errores propios).
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