Escribí sobre el tema ayer, pero hoy quiero destacar una firmación de Lisa Madigan, fiscal general de Illinois, que me llamó poderosamente la
atención.
La base de la afirmación es ésta:
En muchos casos, las acusaciones "no han sido investigadas adecuadamente por las diócesis o no han sido investigadas en absoluto", explicó la oficina de Madigan en un comunicado. Además, la declaración agregó que la Iglesia a menudo no notificó a las autoridades policiales o al Departamento de Servicios para Niños y Familias del Estado sobre las acusaciones. "Al elegir no investigar a fondo las denuncias, la Iglesia Católica no ha cumplido con su obligación moral de proporcionar a los sobrevivientes, feligreses y al público un informe completo y preciso de todos los comportamientos sexuales inapropiados que involucran a los sacerdotes en Illinois".
Y aquí va la afirmación:
"Las etapas preliminares de esta investigación ya han demostrado que la Iglesia Católica no puede controlarse a sí misma", dijo Madigan.
Lo dicho. Brutal. Certeramente brutal.
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