lunes, 14 de enero de 2019

Cuando los argumentos que demuestran la verdad no son suficientes para convencer

Tendría yo algo más de 25 años cuando un hombre que tenía bastantes más que yo me dijo algo así: mira, cuando alguien no quiere ser convencido de algo, no importa los argumentos que uses para demostrar que está equivocado, seguirá creyendo lo mismo, aún en la seguridad de que es un error, así que estarás perdiendo tu tiempo; es mejor dejarle con sus ideas equivocadas y seguir tu camino.

A mí, que por aquellos tiempos era todo un idealista, aunque no se lo dije a mi interlocutor, aquello me pareció una barbaridad. Primero, porque una de las razones por las que estamos en esta vida es para sacar de su error a las demás personas. Y segundo, porque me resultaba incomprensible que pudiera haber personas tan sumamente estúpidas que seguirían creyendo algo aún a sabiendas de que su creencia es errónea, ya que se lo has demostrado con argumentos. Bueno, sí, habría algunas, pero esa estupidez lógicamente sería inexistente en personas con determinados estudios y una cierta capacidad intelectual.

Pues no, la experiencia, pasada y presente, me ha demostrado y me sigue demostrando que el que estaba en lo cierto era él y el equivocado yo. La estupidez humana llega hasta extremos en que personas con estudios y capacidad intelectual prefieren seguir creyendo ideas falsas aunque alguien les demuestra que son eso, falsas.

Recuerdo, por ejemplo, cuando en mis primeros pasos en internet encontré aquellos vibrantes foros de Hispavista. Debatí, debatí y seguí debatiendo. Modestia aparte, creo que simpre gané los debates. Pero también creo que nunca convencí a nadie. Confronte a extremistas, tando de izquierdas como de derechas. Fue cuando sufrí los primeros ataques personales. Para los de extrema izquierda yo era una especie de dinosaurio fascista. Para los de extrema derecha yo era un defensor del comunismo. No estoy exagerando. No bastaba, por ejemplo, que yo criticara por igual a Franco que a Fidel Castro. Para los franquistas yo seguía siendo un comunista y para los castristas un fascista. ¿Argumentos? ¿Quién los necesita cuando se puede recurrir al adjetivo fácil, a la descalificación personal o al juicio de intenciones?

Y llego el mundo de los blogs. En cuanto pude me abrí uno (o sea, éste) y salí huyendo de aquella jungla... para entrar en otra. Hay que reconocer que ésta es algo mejor y un poco más controlada. Pero jungla también. Los debates civilizados brillan por su usencia. Y, cuando se dan, están mayormente presididos por un fanatismo de tal calibre que hace que al final los argumentos seas sustituidos por descalificaciones personales y/o juicios de intenciones. Para los ultraizquierdistas sigo siendo un facha y para los ultraderechistas un progre. ¿Argmentos? Más de lo mismo de los foros. ¿Quién los necesita cuando se puede recurrir al adjetivo fácil, a la descalificación personal o al juicio de intenciones?

Sigo confrontando a los unos y a los otros. Sin la menor modestia, sigo coleccionando victoria tras victoria en los debates. Pero sigo sin convencer a absolutamente nadie de sus evidentes errores, por más que los argumentos sean claros y evidentes. Sin duda alguna el fanatismo es amplio y los fanáticos muchos. Tanto a derecha como a izquierda.

2 comentarios:

  1. Creo que el mundo que ha ido creando la ingeniería social durante las pasadas décadas se encamina a eso, que es precisamente lo que interesa a los gobernantes: Que el individuo sea fanático n lugar de buscar un criterio propio. En el momento en que hacer brecha en el muro de mediocridad e ideología que muchos construyen a su alrededor... aparece aquello de "y tu más".

    Hay partidos políticos que conocen perfectamente eso y se sirven de sus votos lanares para seguir viviendo. Y no solo partidos.

    Estoy preparando un artículo, que publicaré pronto, sobre como el común de la gente solo lee titulares de prensa y jamas profundiza en la noticia. Los medios sicarios y sus amos los políticos y las grandes corporaciones lo saben y manejan a las masas a base de emociones (titulares) para a las masas no s les ocurra tratar de tener criterio propio. Y la gente que no quiere convencerse ante la realidad es perfecta para eso.

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    1. Comparto lo que dices. Pero lo sorprendente es que ese fanatismo no está solamente en la masa borreguil, sino también en personas inteligentes y con estudios, incluso con capacidad de debatir. Personas que no aceptan argumentos, y que prefieren seguir con sus ideas (filosóficas, religiosas, políticas, sociales, etc.), aún a sabiendas de su falsedad.

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