El cardenal australiano George Pel, quien fuera responsable de las finanzas vaticanas, que de facto le convertía en el tercer hombre más poderoso, ha sido condenado en su país a a seis años de prisión por cinco delitos de pederastia, de los que tendrá que cumplir tres años y ocho meses antes de poder pedir la libertad condicional.
Y no ha salido mal librado. Le podían haber caído hasta 50 años. Pero el juez ha argumentado la enorme rebaja de la pena en función de la edad del delincuente, que tiene 77 años.
Así están las cosas. Por ahora.
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