Nos cuenta El País que Casado se atrinchera y no cederá en su guerra por el poder con Ayuso. Pero lo importante no es el título, sino determinadas frases del texto.
Contra todo pronóstico, en un contexto de luna de miel de la derecha en las encuestas y con los socios de la coalición de Gobierno enredados en una disputa por las reformas tras la pandemia, el principal partido conservador ha implosionado en una guerra fratricida que enfrenta a sus dos principales dirigentes. Lo que venimos diciendo todos. Lo tenían todo a favor y están haciendo un enorme esfuerzo por ir al desastre.
La sensación generalizada en el PP es de preocupación y de desconcierto. “Esto que está pasando con Ayuso es igual de incomprensible, o más, hacia dentro que hacia fuera”, admite un diputado popular. Nadie con un poco de sentido común lo puede comprender, evidentemente.
Casado tiene una bala para convertirse en presidente del Gobierno, suelen recordar los veteranos en el PP. Según esa tesis, si en las generales de 2023 el líder del PP no consigue gobernar, el partido se alzará para buscar un liderazgo alternativo. Y Ayuso podría ser una posible sucesora. Para mi ese es el quid de la cuestión. El miedo de este hombre, que revela su inseguridad.
El choque de trenes parece inevitable, pero Casado y Ayuso no se están jugando lo mismo en esta guerra. “Quien tiene más que perder es Casado”, analiza un veterano dirigente popular. “Ella ya ha conseguido lo que podía aspirar en su vida política, ya es presidenta de Madrid. Sin embargo, Casado se está jugando la presidencia del Gobierno de España. Una crisis de esta naturaleza, si acaba mal, le puede costar a Casado el éxito de la candidatura”. Eso está más claro que el agua. Casado se está jugando nada más y nada menos que la Presidencia del Gobierno. Pero es que, con ser eso terrible, lo que viene a continuación es aún peor.
“Va a haber confrontación. Y si pierde Ayuso el congreso, pierde el partido. En cambio, si lo gana, es una derrota salvaje de Casado. Quien le marca un escenario así a Casado no es su mejor amigo. Porque se lo va a jugar todo a cara o cruz” [analiza un dirigente autonómico]. Es que esa es la realidad. Si Casado pone a alguien a pelear en su nombre contra Ayuso está apostando todo, no a cara o curz, sino a perder o a perder. Porque si gana su candidato los ayusistas le van a dar la espalda. Y si pierde su aspirante, entonces el que pierde es él.
Sin embargo, el líder del PP está decidido a mantener el pulso a Ayuso, según transmiten fuentes de su equipo, aunque eso suponga que la sangría de confrontación continúe hasta mediados del año que viene, cuando está previsto el congreso del PP de Madrid. Este párrafo en el medio del texto para mí es la clave que me dice que Casado sigue, parece que con total decisión, rumbo al precipicio. La frase la sangría de confrontación continúe hasta mediados del año que viene no es correcta, porque será una sangría de votos que continuará hasta las elecciones generales, y que acabará, repito, con Casado en un precipicio político que se habrá labrado él con auténtico esfuerzo. Increíble.
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