Aunque hasta ahora no he escrito sobre el tema, he seguido todo lo relacionado con la desapareción de Laura Luelmo muy de cerca. Desde el principio me temí lo peor, y así se lo comenté a mi esposa; y, por desgracia, no me he equivocado.
El texto que pretendo escribir va a ser políticamente muy incorrecto. Supongo que mucha gente progre se puede sentir ofendida. No es mi intención, pero tampoco me importa que se ofendan. De hecho lo políticamente correcto es lo que ha producido un asesinato que se hubiera podido evitar.
Para empezar decir que el mayor culpable del
asesinato de esta chica es ese miserable sujeto llamado Bernardo Montoya Navarro. Ahora debería decir eso que he dicho en otras ocasiones de que debería pasarse el resto de su miserable vida en prisión. Pero es que en este caso hay que escribirlo en pasado, ya que debió pasarse toda su miserable vida en prisión después se asesinar brutalmente a una anciana en 1995. Los
hechos relatatos son terribles:
La Audiencia consideró probado que los hechos tuvieron lugar sobre las 23.30 horas del día 13 de diciembre de 1995, cuando Bernardo Montoya, provisto de un machete "y con la finalidad de acabar con la vida" de la víctima, penetró en el domicilio de ésta "para impedir que pudiera declarar en su contra" en un juicio que se iba a celebrar contra el condenado por delitos de allanamiento de morada y lesiones causadas a la fallecida.
De este modo, el encausado entró en la vivienda de la víctima "a través del hueco de una de las ventanas de la casa, cuyo cristal abrió de un empujón", y, una vez en el dormitorio, "se agazapó detrás de la puerta de la habitación". "De forma sorpresiva e inopinada, y sin mediar palabra, acometió" a la mujer con el machete que portaba al entrar la víctima en dicha habitación.
Bernardo le asestó a la anciana una puñalada en la región dorsal, cayendo la mujer al suelo, tras lo que el condenado "se abalanzó sobre ella y le propinó otras seis puñaladas en el cuello", que le causaron la muerte.
Pero es que, además, este elemento en un permiso penitenciario
intentó violar a una chica en un parque, lo cual no pudo hacer porque el perro de la muchacha se lo impidió.
Con este historial este tipo debió pasarse toda su vida en prisión. Por eso, además de él como mayor culpable, también son culpables del asesinato de Laura los legisladores que aprobaron en su día unas medidas tan leves por un asesinato y por un intento de violación.
Pero, por desgracia, lo que pasó pasó y nada de lo que digamos o escribamos va a resucitar a Laura. De lo que se trata es de que ese "ni una menos" pueda llevarse a la práctica. ¿Y cómo se va a conseguir?
Bueno, para empezar hay que reconocer que la seguridad al 100% no existe. Y eso lo debe asumir cualquier persona que forme parte de un grupo de riesgo. Incluidas, por desgracia, las mujeres.
Por eso ese retuit que hizo Laura de "te enseñan a no ir sola por sitios oscuros en vez de enseñar a los monstruos a no serlo, ESE el problema" es posiblemente la peor de las mentiras, que es una verdad a medias. Porque sí, se puede enseñar a todos a no ser monstruos que ataquen a las mujeres, pero debemos reconocer que habrá eso, monstruos que no aceptarán esas enseñanzas y atacarán a las mujeres; por lo tanto habrá que enseñar a las mujeres a autoprotegerse de esos monstruos, guste o no. Enseñanza a los hombres para que respeten a las mujeres, sí, por supuesto; pero enseñanza a las mujeres de que se cuiden de los monstruos que no aceptan esa enseñanza, igual de sí, igual de por supuesto.
Pero hay otras medidas que se pueden tomar, de carcter penal y preventivo. Como las siguientes:
- Castigar con la prisión perpetua revisable todo asesinato.
- Castigar con 25 o 30 años la violación.
- Castigar con 15 o 20 años el intento de violación.
- Crear un registro público de agresores sexuales, con sus datos personales y la dirección donde viven.
- Obligar a todo agresor sexual a que comunique un cambio de domicilio en las 72 horas siguientes a que se produzca.
- Castigar a cualquier agresor sexual que no comunique su cambio de domicilio con cinco años de cárcel.
- Promocionar ese registro público de agresores sexuales por todos los medios posibles, para que cualquiera pueda saber si un vecino suyo es un agresor sexual.
- Hacer campañas animando a las mujeres a tomar medidas de autodefensa y poner a su disposición elementos para que se puedan autodefender.
Posiblemente habría más cosas que se podrían hacer para controlar a estos sujetos. Pero siempre en la línea del castigo, el control y la autodefensa.
Porque no hay que olvidar algo que muchas veces, por una bondad muy mal entendida, no se tiene en cuenta. La cárcel tiene tres objetivos que son, por este orden, castigar al culpable, reinsertar al reinsertable y apartar de la sociedad al no reinsartable. En función de ello hay que asumir que hay crímenes tan sumamente graves que deben hacer que el asesino los pague pasando toda su vida en prisión. Pero es que, por si lo anterior fuera poco, hay asesinos que simplemente no son reinsertables socialmente. Es el caso del tal Bernardo Montoya, que tenía un
historial delictivo que claramente hacía ver que su reinserción era imposible y que la sociedad estaba mucho mejor con él entre rejas que fuera. Y como él, tantos otros.
Puede que este texto les parezca demasiado radical a muchos. Posiblemente a la mayoría. Por eso me temo que casos como el de Laura Luelmo se seguirán produciendo. Y yo lo seguiré lamentando. Y predicando en el desierto. Como ahora.