Dicen que las comparaciones son odiosas, pero yo no lo creo, porque solamente comparando situaciones podemos llegar a conclusiones objetivas de cuales son mejores y peores.
Vamos, por lo tanto, con ello, sin más preámbulos.
España tiene 17 comunidades autónomas, 47.450.795 habitantes y una renta per cápita de 31.000 dólares.
Alemania tiene 16 estados federados, 83.149.300 habitantes y una renta per cápita de 50.842 dólares.
Estados Unidos tiene 50 estados, 331.449.281 habitantes y una renta per cápita de 68.308 dólares.
En España hay una comunidad autónoma por cada 2.791.223 personas, en Alemania hay un estado federado por cada 5.196.831 personas (que tienen una renta per cápita casi el doble que la española) y en Estados Unidos hay un estado por cada 6.628.985 personas (que tienen una renta per cápita más del doble que la española).
Eso supone que la carga económica que un español soporta por la descentralización gubernamental es más de tres veces mayor que la de un alemán y más de cuatro veces mayor que la de un estadounidense.
Y lo anterior sin contabilizar, por ejemplo, el indice de desempleo, un 15.1% en España, un 3.7% en Alemania y un 5.4% en Estados Unidos, que hace que el anterior peso recaiga, evidentemente, sobre las personas que trabajan.
Y tampoco he mencionado las desigualdades de ingresos, gastos y equilibrios (o ausencia de ellos más bien) entre las diferentes autonomías. Pero ese es otro tema.
Esos son los fríos números. Ahora que cada cual saque su propia conclusión. La mía es que con esos números España no levantará económicamente cabeza jamás, por el insoportable peso económico de una Administración improductiva mastodóntica. Cuando haya bonanzas económicas internacionales España podrá vez algo de luz, aunque muy poca. Pero cuando lleguen las crisis económicas internacionales el desastre a ese nivel para los individuos y las familias en España será brutal y sin paliativos.
Así que lo único que queda para los españoles es ajo(robarse) y agua(ntarse). Aunque también me viene a la mente ese dicho que dice que sarna con gusto no pica. Porque parece que los españoles (en su inmensa mayoría) están felices con ese auténtico desastre económico que recae sobre sus hombros.
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