ha sido Margarita Robles, como dicen casi todos los medios, quien es una mera mandá. Ha sido el Presidente de Gobierno, sin la menor duda, porque ahí no se mueve ni una mosca sin que él lo permita.
Ahora ya sabemos la razón por la que Sánchez reconoció humillantemente que los teléfonos de varios miembros del Gobierno, incluido el suyo, habían sido intervenidos ilegalmente, algo que ningún otro Gobierno del mundo había aceptado. Para tener una pobre excusa con la que poder echar a la calle a la directora del CNI, intentando así aplacar a los secesionistas catalanes por haber sido espiados ellos. Y despedirla, además, de forma completamente injusta, porque no es el CNI el responsable de la seguridad de los teléfonos gubernamentales, sino de Presidencia del Gobierno.
No le importó a Sánchez aceptar la debilidad en temas de seguridad del Estado. Es más, tampoco le importó poner en riesgo sus propios planes de reconciliación con Marruecos; porque, claro, todo apunta al vecino del sur como el espía de los teléfonos de los miembros del Gobierno españoles.
Todo, puesta en solfa de la seguridad española y poner en riesgo las relaciones hispanomarroquíes, para únicamente intentar hacer las paces con un soporte de Sánchez, los secesionistas catalanes. Solo para ganar un poco del tiempo al frente del Ejecutivo, para poder convocar las elecciones generales en el momento que le sea más propicio a él o más desfavorable para el rival (¿dosier Feijóo?).
Honestamente, no pensaba que Sánchez podría llegar a estos límites de bajeza, política y personal. Paz Esteban lo único que hizo con el tema del espionaje a los secesionistas catalanes fue sin la menor duda cumplir órdenes del propio Pedro Sánchez, haciendo un buen trabajo en su departamento. Y por eso este hombre se la carga. Para, repito, intentar ganar un poco de tiempo.
¿Puede Pedro Sánchez caer más bajo? Sería fácil decir que no, pero no lo tengo claro. Porque este hombre demuestra cada día que no tiene límites. Ninguno.
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