Nadie daba un duro por el
Real Madrid de baloncesto cuando en los playoffs al
mejor de cinco perdía los dos primeros partidos contra el Partizan de Belgrado. Ningún equipo en la historia de la competición había conseguido remontar ese dos a cero. Pero el Real Madrid no es cualquier equipo y lo hizo, venciendo los dos siguientes partidos e incluso remontando el quinto y definitivo cuando al descanso iba abajo por nada más y nada menos que 39 a 55.
Y se plantó, contra todo pronóstico, en la final four. La semifinal se la ganó bastante claramente al Barcelona por 78 a 66 (que ni pudo conseguir el tercer puesto, perdiendo contra el Mónaco curiosamente por el mismo marcador que contra los blancos).
Y llegó la hora de la final, frente al Olympiacos griego. No pude ver el partido, por cuestiones de trabajo, pero estaba siguiendo constantemente el marcador, que siempre que lo miraba bastante igualado, pero con los griegos por delante. Para al final, cuando los griegos estaban un punto arriba en el marcador, cuando quedaban tres segundos en el marcador, Sergio Llull hacía que pareciera fácil lo que en realidad era casi imposible y marcaba la canasta que le daba la victoria al Real Madrid.
Una genial guinda a un pastel espectacular. Y van once.
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