No tengo ningún buen concepto de los policías españoles. Vaya por delante que nunca tuve el menor problema con ninguno de ellos. Pero la impresión que me daban era de unos seres prepotentes por el hecho de portar armas. Esa impresión ha ido creciendo con todo lo que he visto y leído a lo largo de estos años en Estados Unidos, a través de internet.
En los policías estadounidenses he visto siempre una actitud de ayuda a la comunidad (es como ellos lo llaman). Hace poco me dejé las llaves dentro de mi coche. Llame al 911 y me dijeron que, a menos que el motor estuviera en marcha o hubiera alguien dentro, no era problema de ellos. Me tuve que ir al trabajo caminando (algo más de media hora). Mientras tanto mi esposa paró a un policía, le explicó la situación y nos solucionó el problema, abriendo el coche con las herramientas que poseen para ello. Fue un favor, porque no tenía ninguna obligación de hacerlo (así se lo dijo a mi esposa, una vez terminada la operación, para aconsejarle que sacáramos copia de la llave). Nunca vi algo ni parecido de lejos en un policía español.
Los policías españoles no están al servicio de la comunidad, ni tan siquiera al servicio de la ley. Son perros al servicio del amo de turno, sea el PP, el PSOE o Podemos. Débiles con los fuertes (lo demostraron con los CDR) y fuertes con los débiles (lo demostraron el lunes atacando violentamente a los manifestantes en la sede socialista madrileña). Y si eso se puede aplicar en general a todos los policías, más aún a los antidisturbios.
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