Hace dos días se produjeron en España seis asesinatos a manos de tres asesinos machistas. Uno asesinó a una víctima, otro a dos y el último a tres. Terrible sin duda. Pero más terrible si cabe es el hecho de que los últimos mentados tres crímenes (o sea, la mitad) fueron perfectamente evitables si el Estado hubiera cumplido con una de sus misiones más básicas, la de proteger a la sociedad de elementos cuyo potencial para dañarla es conocido.
Leamos:
El padre, Mahdi, el principal sospechoso, ha sido detenido, tenía una orden de alejamiento y sobre él pesaba una condena por violencia machista contra su mujer y su entrada en prisión era “inminente”, según fuentes cercanas al caso. Ella, que tenía 30 años, estaba dentro del Sistema VioGén con un nivel de riesgo, sin embargo, que no era elevado. No tenía pulsera ni contaba con protección policial.
Y leamos más:
"Hacía al menos cuatro años que se había separado del presunto asesino, pero no había ni un día que no le pegara", relata nervioso uno de los vecinos. ... "Ya había amenazado con matarla en más de una ocasión", señala una señora que pasa por delante de la casa donde sucedieron los hechos. ... El vecino, que no quiere dar su nombre, fue testigo de las peleas y las agresiones que sufría a diario Amal delante de su casa. ... "Yo iré a la cárcel, pero ella no se va a quedar aquí", reproducen los vecinos las palabras de Ahmed. "Estaba continuamente amenazada, de hecho, ya había dicho abiertamente que la iba a matar". "Era de esperar", lamentan.
Por cierto, el tercer enlace (El Mundo) y el segundo (El País) nos ocultan cuidadosamente la nacionalidad del asesino. Sabemos, gracias al primero (The Objective), que es de nacionalidad marroquí.
Recapitulemos. Un marroquí, condenado por violencia machista contra su esposa, cuya entrada en prisión es “inminente”, que tiene una orden de alejamiento de ella, la cual incumple continuamente para agredirla y amenazarla de muerte, finalmente la asesina a ella y a sus dos hijos.
Dije en el título que el Estado pudo evitar fácilmente estas muertes. ¿Cómo? Por dos vías. La primera, haber metido a este elemento en la cárcel en el mismo momento en que fue condenado. Por cierto, eso es lo que se hace en Estados Unidos; en el caso de que el condenado esté en libertad, tras el veredicto de condena a prisión por parte del juez los alguaciles le esposan y le conducen directamente a la cárcel. Es totalmente estúpido dejar en libertad a un tipo condenado a prisión, porque nunca se sabe lo que puede hacer en esos últimos días o semanas de libertad; o sí se sabe, huír o vengarse. La segunda vía para evitar estos tres asesinatos era la de haberle expulsado a Marruecos. O, lo más efectivo, mandarle a la cárcel directamente y, tras cumplir la condena, deportarle desde la cárcel a Marruecos.
Un par de apuntas más. ¿De qué sirvió el Sistema VioGén? De nada. ¿De que sirvió la orden de alejamiento? De nada. No seré yo quien critique ambas medidas. Pero pueden servir de algo después de que el sujeto salga de prisión, nunca antes. Ante una agresión, sea del tipo que sea, el culpable debe ir a prisión automáticamente hasta que sea juzgado y cumpla la pena y, si es extranjero, ser deportado a su país directamente desde la cárcel tras el cumplimiento de la condena.
Como dije en el título es fácil hacer eso para el Estado. De hecho esa es su primera función, la de proteger a la sociedad de peligros potenciales muy evidentes. Y la sociedad debería reclamárselo.
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