Von der Leyen, a años luz de Pedro Sánchez en una dura reunión en Pekín 100 días después
Gran diferencia entre los mensajes de la Comisión Europea y del presidente del Gobierno en sendas reuniones con Xi
Han pasado apenas 100 días, pero hay años luz entre la cumbre mantenida ayer por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, con el líder chino Xi Jinping, y la que celebró el 11 de abril Pedro Sánchez. Moncloa aseguró entonces que sus mensajes estaban coordinados con Bruselas, pero basta compararlos con el tenso cruce actual para ver notable falta de alineamiento.
Un ejemplo es que, según el comunicado de Von der Leyen y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, «las relaciones comerciales actuales siguen siendo muy desequilibradas, con un déficit comercial de mercancías de 305.000 millones de euros. La UE ha expresado su preocupación por las actuales distorsiones sistémicas (...) adoptará medidas proporcionadas y conformes a la legislación para proteger sus intereses legítimos».
Sánchez, por su parte, no obvió el gran déficit comercial, pero en sus declaraciones públicas optó por un tono más positivo sin represalias europeas. «Siempre hemos apostado por la apertura comercial y por sacar el máximo provecho a todos nuestros intercambios y por eso seguimos abogando por una relación económica más equilibrada y por la promoción de inversiones recíprocas en beneficio mutuo».
Ha sido llamativo que Von der Leyen puso sobre la mesa problemas con determinados productos en China que Sánchez pareció dar por resueltos en su viaje de abril. «Tras todos estos meses de trabajo, confiamos en que, con este acuerdo firmado, las dificultades en el ámbito de los productos sanitarios, de medicamentos y también cosméticos queden superadas», dijo el líder del PSOE. En cambio, Von der Leyen reclamó a Xi «medidas concretas en cuanto al acceso de las empresas de la UE al mercado chino en sectores prioritarios como los productos cosméticos y farmacéuticos».
Sánchez anunció en abril un protocolo en el que «se amplían las posibilidades para que la carne de porcino pueda acceder al mercado chino». Pero la alemana no las ve e «insistió en que China tiene que poner fin a las medidas de defensa comercial injustificadas y de represalia sobre las exportaciones de carne de porcino», entre otras.
El español no hizo mención a los derechos humanos, algo que sí hicieron Von der Leyen y Costa: «La UE reiteró su profunda preocupación por la situación de los derechos humanos en Xinjiang y el Tíbet (...) así como la continua erosión de las libertades fundamentales en Hong Kong».
También Xi fue más cálido entonces con el español presentando a España como un aliado de China en la UE y dispuesto a «construir un partenariado estratégico» con la cuarta economía del euro, en contraste con su frialdad con la delegación europea, a la que pidió «respeto».
Von der Leyen y Costa afearon a Xi su actitud con Rusia y negaron que la actual negociación arancelaria europea con Donald Trump les obligara a endurecer los mensajes de su visita a China. También lo negó Sánchez entonces. El español busca el mejor de los mundos: pedir protección de la UE ante Trump y desmarcarse de ella para obtener un trato preferencial en China. Una jugada muy arriesgada.
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