Para que Francisco Mejías González (en la foto) se pudiera fugar durante un permiso carcelario se cometieron autenticas barbaridades. Las resumiré.
La primera, condenar a un sujeto por un espantoso asesinato (asestó a su mujer 30 puñaladas y la degolló, todo ello delante de dos de sus tres hijos) a únicamente 19 años de cárcel.
La segunda, ignorar que este sujeto ya ha amenazado de muerte a dos de sus exparejas durante previas salidas.
La tercera, ignorar los informes psicológicos negativos de la propia cárcel (aunque sean positivos yo no soy favorable a estos permisos, pero es que en este caso ni eso).
La cuarta, ignorar que este sujeto claramente no está reinsertado, porque ni reconoce los hechos ni participa en cursos de reinserción.
La quinta, ignorar la opinión contraria de nada más y nada menos que la juez de vigilancia penintenciaria.
Pues bien (es un decir, claro), con esos antecedentes la Audiencia Provincial de Las Palmas aceptó su recurso y le concedió el permiso de marras que el asesino ha aprovechado para fugarse.
Habría que separar de la carrera judicial a los juececillos que le han concedido el permiso, y si el asesino comete algún intento de asesinato meterles en la cárcel.
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