La frase se la escuché hace un par de semanas al líder de las protestas de la mafia de los taxistas en Barcelona (no recuerdo el nombre ni tengo ganas de buscarlo), en una alocución ante los periodistas en plan chulo, después de que el gobierno catalán se plegara a su chantaje, en la que incluso se permitió aconsejar a los que le escuchaban que tuvieran cuidado con comprar a través de Amazon porque eso podía llevar a que todos los comercios tuvieran que cerrar.
Siempre la misma historia. Cuando la tecnología me beneficia es buena y progreso (supongo que esta mafia de taxistas no quiere volver a los coches tirados por caballos), pero cuando me perjudica es mala y retroceso (hay que acabar con Uber y Cabify). Por no hablar que con esa filosofía aún estaríamos en la edad de piedra.
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