Pues nada, que el Gobierno de Texas, en vista de que el rebrote del coronavirus empieza a ser realmente preocupante en el estado, ha decidido que es obligatorio el uso de mascarilla o tela que tape la boca y la nariz, en espacios públicos cerrados siempre y en espacios abiertos cuando sea imposible mantener la distancia de seis pies (dos metros) entre personas. La multa por violar dicha orden será de 250 dólares.
Pero por ahora la policía sigue patrullando las calles persiguiendo a los malos, y no se les ha visto en los mercados (que es el principal espacio cerrado al que acude la gente en el pueblo cercano a Houston en el que vivo) en busca de algún honrado ciudadano sin mascarilla.
Por cierto, yo la uso cuando voy a estos sitios, porque me parece injusto que los demás me protejan a mí llevando sus mascarillas y no yo a ellos. Y porque tampoco me quiero arriesgar a que el Estado me incaute 250 dólares, todo hay que decirlo.
Y como yo la inmensa mayoría del personal. Aunque he visto a alguno que desafía la orden, en general me atreveria a decir que 19 de cada 20 llevan la mascarilla (es decir, alrededor del 95% del personal).
Vamos, que tenemos que ir enmascarados, pero al menos la policía sigue siendo policía y no fuerzas de la represión. Algo es algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.