Es lo que yo me imaginé que Pablo Casado tenía
en mente, la creación de un nuevo partido, con aires mucho más centristas que el actual, con nueva sede, nuevo nombre y nuevas siglas, que surgiera de una fusión acordada entre el PP y Ciudadanos. Pero para eso necesitaba la colaboración de Inés Arrimadas. Y parece que la jerezana no está por la labor.
Ahora lo que hay es una auténtica guerra abierta en las partes central y derecha del tablero de la partidocracia española. Lo que no se pudo hacer por las buenas lo intentarán los azules por las malas. Destrozar a los naranjas para luego quedarse con los restos.
No negaré que para un espectador de la política española como un servidor (que, además, tiene la ventaja de que no está obligado a padecer sus consecuencias) todo este espectáculo es bastante interesante. Así que, bueno, veremos que pasa. El circo partidocrático continúa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.