La historia es de sobra conocida (y si no lo es se puede conocer, leyendo, solo por ejemplo, de Fernando VII, su
biografía, el pequeño sorbo de liberalismo y el grito autoesclavizante).
Aquel día, del que mañana se cumplirán 198 años, el pueblo español terminó de desdeñar una oportunidad única de implantar en España un república de ciudadanos libres e iguales. Se podrá decir que eran otros tiempos que los actuales, y que no se pueden juzgar los tiempos pasados a la luz de los presentes, muchos más evolucionados. Vana excusa. Por esas fechas ese tipo de gobierno ya llevaba casi medio siglo en Estados Unidos, a lo que cabe añadir que siguió a la Constitución en España de 1812, que aunque no era una gran cosa al menos era mucho mejor que lo que los españoles querían que llegara.
Hay un texto que pone los pelos de punta desde el punto de vista liberal:
...en Madrid se llegó a escenificar un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza [la del rey Fernando VII], que fueron sustituidos por personas del pueblo que tiraron de ella.
Producto ello de esto otro:
¡Vivan las cadenas! es un grito dado por algunos españoles en 1823 al ser restablecido el absolutismo de Fernando VII con el auxilio de Luis XVIII de Francia y del Ejército del Duque de Angulema. Se ponía así fin al Trienio Liberal iniciado con el golpe de Estado de Rafael del Riego en 1820. En aquel entonces en España solo eran liberales lo más ilustrado de la clase media y parte el Ejército, mientras que entre el pueblo la opinión antiliberal era muy pujante.
A aquellos polvos siguió mucho lodo cuando se mezcló con la lluvía que cayó. Por ejemplo, cuatro guerras civiles (una, dos, tres y cuatro), entre otros conflictos, con dos repúblicas (una y dos) totalmente inestables, y todo ello en poco más de un siglo (entre 1833 y 1939). A lo que siguió una dictadura de 36 años.
Se podrá decir que todo se arregló a partir del referéndum de 1976 y más concretamente con la aprobación de la Constitución de 1978.
¿Seguro? Para empezar no fue una libertad conseguida por los españoles, sino más bien otorgada por el Poder, y claro, ratificada, probablemente como mal menor, por los votantes. Para seguir la elección indirecta de los integrantes de ese Poder ha degenerado en una partidocracia en la que son esos partidos políticos los que verdaderamente cortan el bacalao, normalmente de espaldas a los votantes, con ocultamientos desde el primer momento y con groseras mentiras últimamente.
No negaré que, evidentemente, en España hay un cierto grado de justicia, libertad y democracia. Pero a poco que rasquemos bajo la superficie nos encontraremos con que son muy deficientes. E incluso en los últimos tiempos tiene que ser la Unión Europea la que, de un modo o de otro, sea la que tenga que sacar las castañas del fuego a los españoles.
Podría abundar bastante más en el tema, pero ni tengo ganas ni quiero aburrir a los pocos lectores que siguen este blog. La tesis que pretendo defender es que en un día como mañana de hace 198 años los españoles tomaron la decisión de, en vez de tomar la libertad en sus propias manos, con todas las consecuencias, entregársela a un miserable. ¿Han conseguido revertir esa decisión los españoles? Mucho me temo que no. E igualmente mucho me temo que va a ser muy difícil, por no decir imposible visto lo visto, que lo hagan en el futuro.
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