Creo que fue hace un par de días cuando Iñigo Alfonso abrió su programa informativo en RNE España a las seis con la noticia de la guerra entre Casado y Ayuso. Ese mismo día el asunto estaba por todos lados. Y más aún ayer. Me hice eco de bastantes, porque, como ya he dicho, estoy siguiendo este asunto con total estupefacción.
¿Cómo alguien, Pablo Casado, que iba (y sigue yendo) muy por delante de Sánchez en las encuestas, a las puertas de gobernar apoyado por Vox, puede haber entrado en una deriva políticamente suicida, al enfrentarse a la líder de su partido más apreciada por la gente común?
Pues hay una respuesta: porque, por miedo, está preparando que no sea Ayuso la presidenta de Madrid, aunque gane las primarias, al tener que ir a una segunda votación donde el aparato del PP apoyaría al candidato casadista. Y lo anterior podría suceder incluso mediante algo tan sumamente grave como un auténtico pucherazo.
¿Y piensa Pablo Casado que se va a ir de rositas si eso ocurre? ¿En qué mundo vive? Porque está más claro que el agua que muchos ciudadanos corrientes y molientes, que hubieran votado al PP, al ver esta pelea de corrala se van a desmotivar y se quedarán en casa. Exactamente lo mismo que muchos peperos ayusistas, que no apoyarían a Casado al ver a su estrella, Díaz Ayuso, humillada sin razón. A lo que hay que añadir los que, por todo esto, apoyarían con su voto a Vox. Incluso podría ocurrir que un moribundo Ciudadanos pescase en el revuelto río pepero. Y hasta el PSOE sacaría tajada directa del tema.
Puede ser que Pablo Casado gane la batalla de la presidencia del PP madrileño contra Isabel Díaz Ayuso, colocando en dicho cargo a un candidato de su preferencia. Pero si ello es así lo seguro es que el coste de dicha batalla será perder la guerra contra Pedro Sánchez por la Presidencia del Gobierno de España. Que será el estúpido suicidio político del líder pepero.
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