Aunque el titular peca un poco de sensacionalismo, evidentemente es una señal de que la campaña (no la propiamente dicha, que también, sino desde ahora mismo) para las elecciones generales del 23 de julio va a ser a auténtica cara de perro. Con toda seguridad va a ser la campaña más violenta (esperemos que solo verbalmente) de toda la democracia (con excepción de aquellos fatídicos 12 y 13 de marzo de 2004, entre los atentados terrorista del 11-M y las elecciones del domingo siguiente).
Parece que Pedro Sánchez se ha dado cuenta de que por la vía de las propuestas tomboleras no tiene nada que hacer (ya lo intentó, mitin tras mitin, de una forma que casi producía vergüenza ajena, y no le dio resultado), y que en el terreno del debate educado tiene la batalla pérdida contra Feijóo (los desastres acumulados que se le pueden echar en cara a lo largo de estos tres años y medio son tantos que la tarea de defenderse se torna imposible). Así que simplemente ha optado por convertirse en una especie de Iglesias light e ir al choque con toda su fuerza teatral (que es mucha, sin duda) contra el líder pepero (el voxero para Sánchez solo es una herramienta a usar).
Una cosa no sé, quién va a ganar esta batalla electoral. Pero una cosa sí sé, que nos vamos a divertir. Por lo menos yo. Y mucho. Que siga el circo.
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