Celebradas las elecciones autonomías y municipales, asistimos al mismo lamentable espectáculo de partidocracia de siempre.
Que si en Baleares Unió Mallorquina decide apoyar una coalición de cinco partidos perdedores contra el Partido Popular; que si en Canarias Coalición Canaria se alía con el PP para conseguir la Presidencia, cosa que no le hubiera dado apoyar al partido más votado, el PSOE; que si en Cantabria los dos perdedores, el PRC y el PSOE, gobernarán juntos para que no sea el PP quien lo haga; que si en Navarra los pactos de espaldas a los electores para sacar a UPN del Gobierno son más que evidentes.
Son solamente ejemplos. Si eso sucede en las autonomías, supongo que lo que debe haber sucedido a nivel de determinados ayuntamientos debe haber sido de película de terror en muchos casos.
¿Es eso democracia? Lo es cuando el ganador lo hace con el cincuenta por ciento más uno de los votos, es decir, cuando consigue la mayoría absoluta de los escaños. Pero en los casos mencionados y otros muchos, donde son los partidos quienes deciden el que gobierna, la democracia simple y llanamente brilla por su ausencia, no existe. Lo que hay es una asquerosa partidocracia que pone en muchos casos intereses inconfesables encima de la mesa para decidir quien gobierna. E, independientemente de esos intereses, son los partidos los que deciden y no los ciudadanos; es decir, partidocracia pura y dura.
Pero, ¿son los partidos los únicos culpables de esa situación? Por supuesto que no. Porque ante esa más que evidente partidocracia en acción, los ciudadanos simplemente permanecen con espectadores de la lamentable situación, sin hacer absolutamente nada para cambiarla, algo que, sinceramente, me parece totalmente inconcebible.
Dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, y visto lo visto parece que España se merece esa partidocracia como forma de gobierno.
Cambio en la Ley Electoral y listas abiertas ya.
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