De todo lo que ha pasado desde la última vez que tuve la oportunidad de escribir unas líneas en este rincón lo que más me ha llamado la atención (no digo que sea lo más importante, sino lo más llamativo para mí) ha sido el enfrentamiento de Tomás Gómez con Zapatero y la elegida de éste para ser el candidato socialista en las autonómicas madrileñas.
La victoria de Gómez sobre Trinidad Jiménez me parece más temporal que otra cosa. Creo efectivamente que la ministra tenía más posibilidades que el actual candidato frente a Esperanza Aguirre. Independientemente de que Gómez es ahora más conocido que antes, cuando era un auténtico desconocido, la verdad es que preveo un batacazo descomunal de los socialistas en Madrid.
Y después del desastre electoral supongo que Zapatero va a desenvainar nuevamente la espada contra Gómez, al que le va a hacer pagar la doble humillación de haberle retado y haberle vencido. Lo único que podría hacer que Gómez sobreviviera al hundimiento del buque socialista madrileño sería que el naufragio electoral fuera tan generalizado para el socialismo en toda España que se llevara por delante al propio Zapatero. De no ser así Tomás Gómez lo único que habrá conseguido es posponer su final político unos pocos meses más.
Parecen razonamientos lógicos. Pero aquí la mayoría de la gente vota siglas de partido, aunque presenten a una mula.
ResponderEliminarEl PSOE, en su peor momento electoral, sacó ocho millones de votos. En 1993, con la que caía, ganó las elecciones y en 1996, con la que seguía cayendo, Aznar ganó por los pelos.
Basta ver que se vota por siglas en que en Madrid capital votó mayoría al PP aunque muchos votantes no pueden ver a Gallardón y van a votar con pinzas en la nariz. Pero es que votan porque lo que hay enfrente es tremebundo.
En España hay pocos movimientos de votos de un partido a otro. Bajan o suben las abstenciones.
Por otro lado, menuda propaganda se han hecho Trini y Tomás, en primeras páginas varios días, como si estuvieran haciendo algo asombroso, cuando era un asunto de enfrentamiento interno en el partido, dentro de la política ratonera imperante en España.