Hace unos días retomé unas de mis decisiones de uno de enero, la de salir a correr, algo que había dejado. Lo hice en medio del confinamiento parcial que vivimos en Texas, pero que no afecta a salidas de sentido común, como correr o caminar en solitario. Así que no pude sentir la sensación de saltarme la ley de la que escribía un padre que sacó a su hija a dar un paseo en España hace días. De hecho hace un par de días me crucé con un coche de policía que estaba aparcado con las luces encendidas (señal de que el policía estaba dentro) y, por supusto, no me dijo nada, ni bueno ni malo.
Cuento esto porque sigo sin entender ese cruel arresto domiciliario injustificado que está viviendo España, con medidas que no tienen ningún sentido.
Aquí, en Texas, se vive un stay at home que probablemente haya sido necesario para evitar que los contagios llegaran a una cantidad que no se pudiera manejar. Pero sin duda no ha sido un arresto domiciliario como el que se vive en España, ya que podemos salir de casa por razones de sentido común sin que la policía tome medidas represoras contra nosotros. Cosas de vivir en liberdad. Hasta en tiempos de coronavirus. Hasta en tiempos de confinamiento.
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