En España nunca ha habido un traspaso de Gobierno ejemplar. Nunca. Los que vivimos la Transición recordamos las brutales maniobras de acoso y derribo del PSOE capitaneado por Felipe González y Alfonso Guerra contra Adolfo Suárez, que, apoyadas, implícita o explícitamente, por Juan Carlos I, a punto estuvieron de poner en Moncloa a un militar, golpe incruento (23-F) o cruento (27-O) mediante y que llevaron al PSOE al Gobierno en 1982.
No menos brutales fueron las maniobras de acoso y derribo del PP de José María Aznar hacia Felipe Gonzalez, quien desde el Gobierno permitió y/o alentó dos tramas ilegales, una de asesinatos y otra de financiación del PSOE, que hicieron tambalearse la democracia española, hasta que finalmente el PP conquistó el poder en 1996.
Un PP que se vio obligado a renunciar a ese poder y entregarlo a José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones del 14 de marzo de 2004, tres días después de los salvajes atentados terroristas del 11-M y solo un día después de que las sedes del PP fueran acosadas en la jornada de reflexión por la izquierda.
Zapatero, que se vio obligado a convocar unas elecciones en 2015 para con toda seguridad perderlas ante Mariano Rajoy, ya que la brutal crisis económica internacional hizo que, obligado por la UE, no le quedase más remedio que echarse en brazos de un PP en la oposición en algo que se asemeja mucho a un auténtico suicidio político.
Y como Mariano Rajoy perdió el poder ante Pedro Sánchez creo que está en la mente de todos. Primero el PSOE tuvo que dar todo un golpe de palacio contra su propio líder, el mismo Pedro Sánchez, para poder poner a Rajoy como Presidente; posteriormente Sánchez volvió a recuperar el liderazgo del PSOE desde abajo, en las primarias; y finalmente Pedro Sánchez se hizo con la Presidencia del Gobierno a través de una moción de censura en la que le apoyaron comunistas, golpistas secesionistas, terroristas y nacionalistas (vamos, todo el que quería cargarse la libertad o España o ambas).
El curso político que se abre hoy empieza con todas las encuestas en contra del actual inquilino de La Moncloa y a favor de una mayoría absoluta de los partidos PP y Vox. Al parecer a Pedro Sánchez, que ha podido engañar a todos durante algún tiempo y que sin duda sigue engañando a algunos durante todo el tiempo, le ha llegado el momento en que no puede engañar a todos durante todo el tiempo. Pero para un adorador del poder y de sí mismo como es él asumir eso le va a resultar difícil, por no decir imposible.
Hoy, damás y caballeros, se abre una nueva etapa en la política española. Comienza una larga campaña electoral con la vista puesta en las próximas elecciones generales, sean cuando sean. Y en las que el PSOE, con su propietario temporal (esperemos) a la cabeza, Pedro Sánchez, hará todo lo que sea para permanecer en el poder. Por las buenas o, si no puede ser así, por las malas. Se avecina tormenta, señoras y señores. Y muy intensa, me temo.
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