Vicky White era una guardia de prisión (en la cárcel del Condado de Lauderdale, Alabama, Estados Unidos), subdirectora, de 56 años de edad, con 25 años de ejemplar servicio en su trabajo, que se había ganado una pronta y tranquila jubilación. Su último día de trabajo, el pasado viernes, salió de la prisión junto a Casey White (ninguna relación, a pesar de tener el mismo apellido), con 38 años, encarcelado a la espera de juicio por el asesinato de una mujer, a la que confesó haber quitado la vida a puñaladas. Para salir dijo que estaba escoltando al recluso a un examen psiquiátrico en un determinado centro. Cuando se dieron cuenta que Casey White no regresaba, llamaron al centro en cuestión, del que recibieron por respuesta que el preso no tenía programado ningún examen. En ese momento dieron la voz de alarma.
Las sospechas empezaron a forjarse alrededor de Vicky White, porque el protocolo exige que sean dos los escoltas a un preso cuando va a salir de la prisión. Una investigación somera dio como resultado que descubrieron el coche oficial abandonado en el aparcamiento de un centro comercial. Y con otra investigación un poco más profunda se descubrió que la mujer había vendido su casa doce días antes de la fuga por una suma de 95.000 dólares, por debajo del precio de mercado.
La conclusión era bastante clara. Ella tenía planes de ayudarle a él a fugarse y esos planes los habían llevado a la práctica juntos. El Departamento del Sheriff ha emitido dos órdenes de busca y captura por todo el país, una contra Casey White como sospechoso de fuga y otra contra Vicky White como sospechosa de haberle ayudado en esa fuga.
Hasta aquí los hechos. Lo cuento porque no me entra en la cabeza que una mujer con un historial penal completamente limpio, con su casa completamente pagada, a punto de comenzar una jubilación dorada con tan solo 56 años, venda esa casa y ayude a fugarse a un asesino que mató (ojo, a puñaladas) a otra mujer. ¿Qué pudo estar pensando esa mujer? No tengo ni idea.
Porque si la fuga sale bien estará compartiendo el resto de su vida con un asesino de otra mujer (con todo el riesgo que ello implica, evidentemente). ¿Y qué van a hacer cuando el dinero se acabe? Porque 95.000 dólares tampoco dan para mucho (unos cuatro años, apretándose mucho el cinturón).
Y si los capturan (y lo más probable es que así sea) ella habrá cambiado una jubilación dorada con casa completamente pagada por pasar toda o casi toda su vida en prisión, algo para lo que, por su ejemplaridad, no está mentalmente preparada, y que la llevará a la amargura más atroz o incluso al suicidio.
Evidentemente detrás hay un estúpido enamoramiento de una mujer ejemplar de 56 años con una vida rutinaria de un asesino de 38 con muchas historias que contar sobre su vida. Es la aplicación del dicho en inglés de good girls like bad boys (a las chicas buenas les gustan los chicos malos). ¿Pero hasta ese punto? ¿Con ese riesgo? ¿Con ese coste? Porque más que enamoramiento es eso, estúpido. De verdad, no lo entiendo.
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