Comienza la nueva temporada política, que
se irá directamente hasta las elecciones generales, sean cuando sean. Y ese es el punto, ¿cuándo se celebrarán? No suelo acertar en mis previsiones, así que seguiré persistiendo en el error.
He leído que Sánchez no se presentará a las elecciones para perderlas, en el sentido de que si las encuestas siguen en el mismo sentido que ahora el actual inquilino monclovita, imitando a Zapatero, se retirará de la carrera electoral para que sea otro socialista el que se pegue el batacazo. Pudiera ser, y esa es la primera posibilidad, aunque personalmente no lo creo. Este hombre se ha tomado su Manual de resistencia muy en serio y pienso que va a dar la batalla.
La segunda es que, ante el oscuro panorama económico que se avecina en el muy corto plazo, convoque elecciones anticipadas antes de que la crisis económica llegue en toda su fuerza, a la vez que mantiene un alto gasto social hasta la cita electoral, para ganar votos.
Una tercera posibilidad es que el Gobierno intente capear el temporal como buenamente pueda durante nueve meses hasta juntar las generales con las autonómicas y municipales de mayo. Eso lo haría para evitar el efecto contagio del más que probable desastre del PSOE en esas elecciones, que se convertiría en desastre seguro para Sánchez en las generales pocos meses después.
Pero si Sánchez no opta ni por la espantá, ni por el adelanto electoral, ni por juntar elecciones en mayo, y se decide por ir a una contienda a últimos del 23 o primeros del 24, pienso que será por una sola razón, que sería la cuarta posibilidad. En ese caso podría suceder que Sánchez tenga un as en la manga, el de que, en el momento que considere oportuno, aparezca el famoso dosier de las amistades peligrosas gallegas de Feijóo.
Porque evidentemente Pedro Sánchez no va a simplemente dejar correr el tiempo hasta que el mismo se lo lleve por delante. En España desde que llegó la democracia nunca ha habido un tranquilo traspaso de poder. Nunca. Y el próximo no va a ser la excepción, con un Sánchez que ha demostrado que para él siempre el fin justifica los medios. Los meses que se avecinan se aproximarán a la maldición china de que ojalá te toque vivir tiempos interesantes. Puede que demasiado interesantes.
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