Un pediatra alerta: "Llegan chicos intoxicados [muy borrachos] a urgencia cada vez más frecuentemente... Es una tragedia que tenemos que parar".
Sí, ya. A raíz de la muerte de una chica de 12 años por beber vodka y ron hasta ese punto de no retorno se ha despertado la conciencia social española... por unos días.
Los males vienen de muy atrás y son irremediables. Se quiere lidiar (y poco, seamos sinceros) con los síntomas, pero nada con la enfermedad. La familia está cada vez más rota, la autoridad de los padres es cada vez más inexistente, las prerrogativas de los profesores son cada vez menores, la cultura de todos los derechos y ninguna obligación para los jóvenes ganando cada vez más terreno, la idea del esfuerzo cada vez más desterrada de la mente de la juventud, la idea contrarica del ocio ocupando todos sus pensamientos, y todo ello adereazado con la filosofía del "todo vale" (se puede hacer lo que se quiera y nunca habrá consecuencias desagradables).
Un síntoma de ello es la cultura del botellón, en la que cada vez los jóvenes se inician a edades más tempranas, muchos en plena niñez.
Y ahora vienen a querer ponerle remedio. Cuando llevan 34 años destrozando la niñez y la juventud. Y haciéndolo cada vez con más insistencia. Pero ahora pretenden curar el cáncer con aspirinas.
¿Quieren leer la solución? No les cansaré, solo añadiré tres palabras: cristianismo, familia, esfuerzo. Lo sé, es predicar en el desierto. Por eso los casos como los de Laura seguirán, por desgracia. Y peores.
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