Si hay algo que envidio, amigo Palacios, es ver a los norteamericanos con la mano en el corazón cuando suena su himno o se iza la bandera, independientemente de lo que ocurra a continuación: un partido de fútbol, un combate de boxeo, un espectáculo musical...
Puedes creerme: siento una profunda envidia y una gran pena al mismo tiempo. En España se desprecia la bandera, el himno nacional y las tradiciones. Se maldice a Norteamérica por intervencionista y ahora se critica que el presidente electo se muestre aislacionista. ¿En qué quedamos? Porque mientras tanto, mientras no perdemos ocasión de vituperar a Norteamérica, continuamos con nuestro paletismo de importar usos y costumbres ajenos a nosotros con desprecio de lo propio: en inglés suena mejor. Y las castizas rebajas españolas ahora se llaman black friday, y parece ignorarse o no tenerse en cuenta que el Samhain celta le gana por goleada en trienios de antigüedad al importado Halloween.
Yo me curo de la vergüenza ajena teniendo en mi salón una bandera de España. En realidad parece un banderín de un coche oficial y fue uno de los regalos que sus compañeros hicieron a mi suegro (Q.E.P.D.) con motivo de su jubilación como Policía Nacional.
Nota personal: fue un comentario de Armando Salas en este blog, que me pareció sumamente interesante (y con el que estoy completamente de acuerdo, como dije en mi respuesta), y por ello lo he publicado como texto.
Lloro al pensar lo que fuimos y en lo que nos hemos convertido.
ResponderEliminarYo pienso en lo que es y lo que pudo ser. Y es triste.
EliminarMi bandera:
ResponderEliminarhttp://tinypic.com/view.php?pic=345e8m8&s=8#.VhvLwSvRtP0
Gracias por la foto.
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