Sigue el circo independentista catalán, ahora con Quim Torra investido como flamante Molt Honorable President de la Generalitat de Catalunya, por designación del dedo índice de la mano derecha de Puigdemont (la payasada llega hasta el punto de que este hombre, Torra, ha dicho que no va a utilizar el despacho presidencial, que corresponde únicamente a Puigdemont; por hacernos reír que no que quede -por lo menos, literalmente, a mí-).
La mala noticia es que Quim Torra, por increible que parezca, es aún más fanático y más supremacista que Puigdemont (esto viene a demostrar, una vez más, lo acertado del dicho que nos enseña que toda situación, por mala que sea, tiene la posibilidad de empeorar).
Pero la buena noticia es que ser fanático y supremacista en grado superlativo no convierten a Torra en tonto (al menos no necesariamente), por lo que todo apunta a que hará todo lo posible por seguir viviendo en Cataluña y en libertad, y no verse obligado a elegir entre vivir entre rejas o en el extranjero; por lo tanto se supone que escarmentará en cabeza ajena (las de Junqueras y Puigdemont, por ejemplo), lo que le llevará a hablar mucho pero no incumplir la legislación española.
¿Que cómo lo hará para compaginar un discurso fanático secesionista con una práctica realista autonomista? Buena pregunta. Ya veremos. Pero de que lo va a conseguir estoy completamente seguro. De lo contrario la cárcel o Suiza le esperan. Y no creo que quiera ir a ninguna de las dos.
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