Ayer escribía: Salvini, un tipo de derechas al que se está intentando quebrar por todos los medios posibles (incluido el progrerío interior, tanto político como judicial). Y no sabía yo la razón que tenía.
Porque en ese intento de quebrar a Salvini está también (y probablemente con un papel estelar, a pesar de quedar detrás del telón) la Unión Europea. A esa conclusión se llega al leer el editorial de El País, del que destaco este clarificador párrafo (en el que las negritas son mías):
La falta de ofrecimiento de un puerto alternativo ha obedecido, sin duda, a una razón geográfica, dada la cercanía del Open Arms a la isla de Lampedusa y a Malta, el otro país que, incumpliendo las leyes del mar, ha propiciado que esta odisea se prolongue. Pero existe también una razón política: aceptar que los náufragos se dirijan a otros puertos europeos puede interpretarse como una rendición frente a las exigencias de Salvini, que podría así incrementar su capital a costa de la Unión Europea y de sus propios aliados en el Gobierno, públicamente en desacuerdo con él.
Eso, en palabras del diario progresí por excelencia, es tanto como reconocer que lo que hay en la Unión Europea es una guerra política a muerte contra Salvini, en la que están utilizando los inmigrantes ilegales del Open Arms para quebrar al italiano. Podráin perfectamente mandar al barco a otro puerto en un país diferente del de Italia (como reconoce el editorial de marras), pero prefieren utilizarlo para intentar que Salvini muerda el polvo.
Pero, claro, el malo de la película y a quien no le importan los inmigrantes a bordo del Open Arms es a Salvini (que, como dije ayer, lo único que está haciendo es defender la soberanía de su país). Y los buenos los que usan a esos inmigrantes contra él. Asco.
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