Matteo Salvini, con todos sus muchos y enormes defectos, ha luchado en el caso del Open Arms por defender algo tan básico como la soberanía de Italia, que se sustenta, resumidamente, en algo tan simple como que las autoridades de un país decidien quien entra y quien no a ese país. Lo ha hecho contra todos y contra todo. Incluidas otras autoridades de dentro de su país. Y ha perdido. La derrota ha llegado precisamente de esas autoridades italianas. Primero un juez italiano, contra la voluntad de Salvini, permitió al barco entrar en aguas italianas. Y ahora un fiscal, igualmente contra la voluntad de Salvini, ha permitido que el barco atracase en el puerto de Lampedusa y desembarcase en el mismo a los inmigrantes ilegales.
Lo anterior es un dramático ejemplo de como Europa en general y Europa Occidental muy en particular va directamente hacia el suicidio, político y social. Cuando las autoridades de un país (y, por extensión, de un continente o de una unidad política como la Unión Europea) no saben mostrar un frente común contra un desafío en toda regla, poco queda por hacer.
Será, sin duda, una muerte lenta y dolorosa. Mucho. Pero el destino final queda claro. El suicidio político y social.
Africa, con el apoyo del progrerío europeo, acabará con Europa tal y como la conocemos hoy en día.
Cerrado el caso del Open Arms, ahora veremos como evoluciona (o degenera) en caso del Ocean Viking.
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