martes, 10 de septiembre de 2019

¿Cómo un bombón como Irene Montero puede haberse fijado en un tío viejo, feo, físicamente un adefesio y medio marica como Pablo Iglesias?

Ella es una chica 10. Punto. El, empezando por lo menos importante, la saca nueve años y medio; es feo como él solo; físicamente es comparable a un espantapájaros; y, si alguien intenta convencerme de que el hecho de que ande dándose besos en la boca con otros tipos (Xavier Doménech, Iñigo Errejón) y lleve una coleta medio extraña no le importa a una Mujer (sí, con mayúscula) como Irene Montero, le diré que, por mucho que hayan cambiado los tiempos, eso no ha cambiado.

Estamos, por lo tanto, ante la enésima repetición de la consabida historia del jefe, viejo y rico, y la secretaria, joven y guapa. Y también tan inteligente como para, a través de sus muchos encantos, meterse al jefe en el bolsillo y hacer de él un trapo a su servicio. Un trapo de usar y, probablemente, tirar.

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