Casi no hay día (noche para mí) en que en el programa Las mañanas de RNE me vea obligado a escuchar al corresponsal de RNE en España, Fran Sevilla (un progre de manual, a diferencia de Iñigo Alfonso, que al menos lo disimula un poco), informando (es un decir) sobre el avance del coronavirus en Estados Unidos, regodeándose en lo que califica como unus números terribles (que lo son, sin duda, pero no por las razones que él dice). Se refiere siempre, por supuesto, a los números absolutos de contagio (casi 1.400.000) y de muertes (más de 82.000), y siempre deja claro que Estados Unidos está a la cabeza del mundo en esta terrible lista. Después de ello siempre carga contra Trump por no haber decretado un confinamiento general de toda la nación.
Lo que demuestra este hombre es una ignorancia completa sobre el tema. Para empezar, el Presidente de Estados Unidos tiene unos poderes muy limitados en la política interna, y sobre quien recaen las decisiones es sobre los gobiernos estatales, personificados en los gobernadores.
Por otra parte lo que Fran Sevilla ignora sistemáticamente, estoy completamente seguro que de forma voluntaria, es la proporción entre muertes y habitantes. Esa estadística coloca a Estados Unidos en el noveno lugar del mundo. España, mientras tanto, está en el segundo lugar, con, ojo al dato, más del doble de muertes por cada millón de habitantes.
Pero es que, además, en un país tan enorme como Estados Unidos hay zonas muy afectadas por la pandemia (concretamente cuatro estados), otras áreas afectadas de forma media y otras partes cuyos contagios son pocos o casi nulos. La diferencia entre estados es simplemente enorme, como se puede comprobar.
Pero es que hay más. Dentro de un mismo estado hay partes afectadas de forma muy diferente por la pandemia. Si hablamos, por poner un ejemplo, del estado en el yo vivo, Texas, nos encontramos con que, a pesar de ser unos de los estados con mejor situación, como puede verse hay condados donde el coronavirus ha golpeado duramente y otros donde la incidencia es poca o casi nula. Es por ello que aquí, en Texas, muchas de las decisiones prácticas el estado las ha dejado en manos de los condados.
Todo este sistema verdaderamente federal y descentralizado sé que es difícil de entender desde un país como España, donde en estos momentos casi todo pasa por las manos de una sola persona, Pedro Sánchez.
Porque, volviendo a Estados Unidos, a Donald Trump, aparte de sus acertadas o equivocadas decisiones en la implementación de las medidas económicas para que las empresas y las familias no se vayan a la quiebra, no se le pueden exigir responsabilidades en las medidas del día a día (más allá de sus típicas estupideces que suelta en cada egocéntrica rueda de prensa diaria). Pero, en el caso de que así fuera, si Trump lo está haciendo muy mal con una tasa de mortalidad en Estados Unidos de 246 por cada millón de habitantes, ¿entonces como lo está haciendo Pedro Sánchez con una tasa de 572 muertos por cada millón de habitantes?
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