Vi ayer la sesión de control al Gobierno. Como va siendo normal ya en cada Pleno, la polarización fue extrema entre Vox y Podemos y entre el PP y el PSOE. Iglesias contra Vox, Sánchez contra el PP. Sin tregua. El único partido que intenta quedarse fuera de ese enfrentamiento es Ciudadanos, dando una de cal y otra de arena. La polarización está servida.
No seré yo quien reparta culpabilidades a partes iguales. La realidad es que Sánchez es un provocador e Iglesias un macarra. Pero eso no cambia las cosas. Y esa polarización ya está empezando a llegar a las calles. Solo empezando. Porque mientras en el Congreso todo es un teatro político, en la calle las cosas son de verdad. Ya se sabe que los políticos empiezan las guerras y las terminan, mientras que el pueblo llano es el que pone los muertos.
Y, volviendo a las calles, repito que esto es solamente el comienzo. Cuando lleguen las duras, con el final del confinamiento y las consecuencias económicas del mismo, las calles pueden arder.
¿Y qué va a hacer entonces Marlaska? Porque solo hay dos opciones, o permitir o reprimir. Mal pinta la cosa.
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