El pasado día primero el Gobierno de Texas dio permiso para que reabrieran las iglesias bajo determinadas condiciones (básicamente aforo limitado y uso de geles desinfectantes). Algunas iglesias han optado por esperar para abrir sus puertas quince días más, cuando las medidas de seguridad obligatorias sean menores. La pequeña iglesia hispana a la que asistimos mi esposa y yo abrió hoy día 5 (ayer para los que me leeis en España).
Fue un culto diferente. Todos sentados separados, sin saludarnos ni a la llegada ni a la salida por recomendación del pastor. Pero sin duda fue un culto muy emotivo. Aunque gracias a Dios ninguno de los que asistimos hemos sido afectados por el coronavirus, la gente lógicamente se mostraba afectada por la situación que está viviendo el mundo, el país, el estado, la ciudad. Al ser un culto de oración se pudieron sentir más los sentimientos que ha producido una pandemia que estaba fuera de nuestras mentes la última vez que nos reunimos, allá por el mes de marzo.
Pero, sea como fuere, y aún en unas condiciones no muy deseables, ha sido realmente bueno volver a la iglesia para poder sentir la presencia de Dios y el calor humano de los demás hermanos.
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