una operación de corazón y estar un mes en la UVI. Mi madre padeció durante muchos años diversas enfermedades crónicas y finalmente murió de cáncer de hígado tras permanecer hospitalizada seis meses. Mi exesposa fue operada de una hernia. Yo he pasado por urgencias hospitalarias cuatro veces, dos por esguinces producto del deporte y otras dos por accidentes automovilísticos, y una más en un ambulatorio por un dolor de muelas insoportable.
En casi todas las ocasiones (alguna excepción hubo) pude ver una actitud en el personal sanitario de que se creían superiores a los pacientes. La falta de información y la ausencia de petición de consentimiento para los tratamientos (con las únicas excepciones de las operaciones; en la de mi padre firmé yo y en la de mi exesposa lo hizo ella) era lo habitual. Tanto las enfermeras como los médicos se creen pertenecientes a una casta especial, comportándose como una especie de diosecillos. Sí recuerdo tres excepciones, el doctor que trató a mi padre en la UVI, la doctora que dirigía lo que podríamos llamar hoy cuidados paliativos de mi madre (del oncólogo lo mejor que puedo decir es que era un ser despreciable) y la doctora que me atendió cuando fui a urgencias del ambulatorio por el dolor de muelas. Los demás, médicos y enfermeras, trataban a los pacientes como meros objetos con los que trabajaban.
Por todo ello tengo que compartir el texto donde una psiquiatra describe lo que pasó una chica al dar a luz. En lo que no acierta para nada es cuando escribe que la manera tradicional de tratar a las mujeres cuando paren es heredera del sistema patriarcal y machista, porque ese maltrato no lo padecen exclusivamente las mujeres que van a dar a luz, sino que lo sufren muchos otros pacientes, probablemente la inmensa mayoría, desde que nacen en un paritorio hasta que mueren en un asilo.
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