El fútbol es cosa de niños y las muñecas son cosa
de niñas. Eso es parte de lo que nos dicen que son los canones del heteropatriarcado, que desde la infancia marcan roles distintos para los sexos. Pero resulta que si un niño juega con muñecas, entonces es una niña en el cuerpo de un niño, y si es una niña a la que le encanta el fútbol, la conclusión es que es un niño en el cuerpo de una niña.
Y lo peor de todo es que hay profesores que, convertidos en comisarios políticos, informan a los psicólogos de esos comportamientos en el patio del colegio, psicólogos que hacen citas con esos niños que juegan con muñecas y esas niñas que fuegan al fútbol para en la práctica empezarles a animar a iniciar el camino de la transexualidad; camino que como es sabido convertirá a niños y niñas sanos en enfermos crónicos y posiblemente con amputaciones corporales irreversibles.
A esa terrible insensatez, por las dramáticas consecuencias que acarrea, se ha llegado en el sistema educativo español. Y todo por seguir una ideología en lugar del más elemental sentido común.
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