Todos los ojos que analizan la estrategia en la guerra entre Rusia y Ucrania están puestos en el sur de este país, concretamente en Jersón, una gran ciudad tomada por los rusos que los ucranianos quieren retomar, lo cual sería un duro golpe, militar y psicológico, para el ejercito ruso.
Nadie mira al norte. Pero en el norte, haciendo frontera con Ucrania, está Bielorrusia, uno de los poquísimos aliados de Rusia en el mundo y el único en la zona, tan fiel aliado que podríamos calificarlo como país satélite de Rusia. Y a Bielorrusia ha llegado hace pocos días un contingente de soldados rusos para hacer una agrupación conjunta con soldados ucranianos.
Mucho ojo con esto, porque, igual que meses anteriores a la guerra el despliegue de tropas rusas a lo largo de la frontera con Ucrania ya apuntaba a una invasión de este país, este despliegue, que parece estar únicamente en su comienzo, apunta a que, probablemente dirigido por rusos, el ejercito ucraniano está planeando abrirle otro frente de guerra a Ucrania en el norte. Lo cual estratégicamente tendría mucho sentido, ya que obligaría a Ucrania a dividir sus fuerzas si no quiere que Bielorrusia le gane terreno en esta área, amenazando incluso con llegar a Kiev.
Un frente sur, el ruso, y otro norte, el bielorruso, sería un enorme problema para Ucrania, que se vería obligada a cambiar su estrategia en esta guerra. Lo dicho, las guerras se sabe como empiezan, pero no como terminan; y entre una cosa y otra tampoco se sabe como evolucionan.
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