Me llama la atención que un famoso exvicepresidente del Gobierno de España (por su coleta -o moño-, sus salidas de tono y su violencia verbal, porque hacer, lo que se dice hacer, no hizo nada de nada) tenga serios problemas para conseguir un trabajo estable fuera de la política. No es el primer político al que le pasa eso de tener que casi mendigar un empleo cuando se ve obligado a abandonar el sillón pagado por los contribuyentes. Y, por supuesto, tampoco será el último. Lo que viene a demostrar que el nivel educativo y profesional de los políticos españoles está por los suelos.
Indudablemente no hay muchas razones por las que alguien se puede meter en la política. Por ambición de poder, por querer hacer cosas y poco más. Por afán de servicio, que es lo que dicen todos, habrá tal vez alguno, puede que un 1/10.000. O menos. Pero lo lamentable es darse cuenta de que probablemente la inmensa mayoría de los políticos está en ello simplemente para vivir muy bien trabajando muy poco. Y que cuando dejan la política y salen a la calle a buscar trabajo nadie les quiere (a menos que estén enchufados o hayan comprado amigos con el dinero de todos que les devuelvan los favores).
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