Seguí por años a Charles Stanley. Era uno de esos predicadores de los que
ya quedan pocos. La nueva norma es hablar mucho y decir poco. Stanley hacía lo contrario, pues en predicaciones de un máximo de media hora, todas extraordinariamente preparadas, comunicaba unos mensajes bíblicos profundísimos y extraordinarios.
Su testimonio personal es impresionante. No fue un detalle menor el que paso a comentar. Su esposa le abandonó en 1992, siendo él ya pastor de la First Baptist Church of Atlanta, teniendo él 60 años. A pesar de que Stanley luchó por restaurar su matrimonio, no hubo nada que hacer y el divorcio fue un hecho en 2000. La norma general dentro de las iglesias bautistas es que un requisito para el pastor es que no puede ser divorciado. Pero su congregación le quería como pastor. Así que, dentro del reglamento de la iglesia, votaron que Charles Stanley podría seguir pastoreando la iglesia con la condición de que no se volviera a casar. Su exesposa falleció en 2014. Stanley se mantuvo pastoreando la iglesia hasta que tuvo que abandonar el puesto por razones de salud en 2020. Nunca se volvió a casar de nuevo.
Charles Stanley falleció ayer, a sus 90 años. Se fue uno de los más grandes predicadores que he conocido en mi vida, cuyo vacío no creo que pueda ser ocupado por nadie. Ya está en la presencia de Dios.
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