Tuve la oportunidad de
ver en el Congreso el debate previo a la votación de la reforma a
la ley del solo sí es sí. Todos contra todos en modo electoral. Cada cual arrimando el ascua a su sardina. Desde Ana Oramas mostrándose teatralmente histérica, supongo que para que la gente no recordara que ella apoyó esta ley, hasta Irene Montero hablando muy comedida ella, para hablar de que se vuelve al Código Penal de La Manada, pero que ella no se va del ministerio, pasando por la joven portavoz socialista, que tras un discurso mediocre parecía, por los abrazos y besos que daba y recibía, que había terminado una intervención en una actividad fin de curso de la ESO. Mencionar a Cuca Gamarra, con un discurso aseado (cuanto echo de menos a Cayetana Álvarez de Toledo). Buenos discursos de las portavoces de Ciudadanos y Vox, cada una en su papel. Pero lamentable que este segundo partido no participara en la votación; si el PP es, como ellos dicen, la derechita cobarde, Vox es la derechona cobarde, porque no se atrevió a hacer lo que es su obligación política, tomar posición ante una propuesta. Y un detallito es escuchar a dos diputadas catalanas hablando en catalán desde la tribuna sin que Meritxell Batet dijera absolutamente nada. Una Meritxell Batet que, por otra parte, volvió a mostrar su peor cara de dictadorzuela de corrala en su estilo chulesco de dirigir la sesión. Con un Pedro Sánchez ausente, cuando es el mayor culpable de este desaguisado
Bueno, ya tenemos la reforma de la ley del solo sí es sí aprobada en el Congreso de los Diputados. El Gobierno partido en dos, pero nadie se va del mismo. Mil violadores y pederastas beneficiados y otros cien directamente liberados, pero nadie dimite o es cesado. La política española ha creado un auténtico drama en la sociedad real, pero nadie, ni el presidente ni la ministra, asume responsabilidades reales, más allá de postureos teatrales.
Un desastre sin paliativos que se solventa con la mera reforma de la ley que creó ese desastre. Un desastre que seguirá por años, porque esta ley solamente se aplicara a los hechos posteriores a su publicación en el BOE. Y todo se resuelve con una sesión en el Congreso totalmente electoral. ¿Y ya? Pues sí, y ya. Muchas palabras y muchas gesticulaciones de cara a la galería (a los votantes), pero nadie, absolutamente nadie, se atreve a tomar una decisión en consecuencia. El sillón es el sillón, tanto el presidencial como el ministerial.
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