Que miedo no tendrá Juan Carlos a que se empiece a hablar de moverle su sillón por haber callado cuando tenía que hablar, de por ejemplo la negociación del Gobierno con los terroristas o la desvertebración que padece el país sobre el que él reina.
Que terror no tendrá este hombre a que la derecha monárquica se decida a dejar de ser lo segundo porque él ha preferido dejarla en muy mal lugar para echarse en brazos de la izquierda republicana.
Que miedo y que terror no tendrá para finalmente, tras 30 años asentado en su comodidad real, haberse decidido a montar el real teatro de la visita a Ceuta y Melilla, incluyendo incomodar a su "pariente" marroquí Mohamed, para que los que le acusaban de callar cuando debió hablar y de apoyar a sus adversarios y despreciar a sus defensores, le vuelvan a apoyar incondicionalmente.
El telón se abre, y Juan Carlos aparece en escena, visitando Ceuta y Melilla. El público aplaude a rabiar, apoyando al protagonista de la obra. Poco después el telón se volverá a correr, y el rey de la escena desaparecerá de la vista del público, para volver a sus oscuros menesteres.
La obra también se ha montado en el teatro del lado sur, retirada de embajador y protestas nacionalistas incluidas. Es necesario que Mohamed aproveche la ocasión para unir a su corte de ignorantes admiradores sobre lo mismo que siempre ha hecho, el enemigo común exterior.
Pan y circo para los del norte, circo sin pan para los del sur. ¿Y la democracia? Dicen que unas migajas de vez en cuando para los de norte, y ni migajas siquiera para los del sur. Hoy como ayer es necesario que algo cambie para que todo siga igual. De vez en cuando el público necesita una nueva escena, para que siga siendo público para siempre.
A mi particularmente me gusta mas el cine.
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